Article publicat a El País, edició Catalunya, el 3/11/2005.
Convergencia europea, Declaración de Bolonia, relación docencia-investigación, calidad, evaluación, etcétera, son conceptos muy utilizados hoy en día para describir la Universidad en los próximos años.
La equiparación de nuestro sistema universitario, y por tanto de nuestras universidades, a los centros de enseñanza superior europeos (y quizá americanos), la internacionalización a todos los niveles y la mejora de la creación, desarrollo y transmisión del conocimiento, no puede hacer olvidar que las universidades tienen una importantísima misión relacionada con su ámbito territorial.
Mucho se habla de la transformación de nuestra sociedad hacia una nueva sociedad de la información. Sin embargo, existen numerosos obstáculos para ello. De hecho, el principal reto es que esa transformación llegue a todos los rincones de la sociedad y no suponga la aparición de una enorme brecha digital. Las universidades deberían ser, de hecho están en una posición óptima para serlo, la locomotora que impulse el tren que conduce a una nueva sociedad de la información, que será también una sociedad del conocimiento, una sociedad más igualitaria, más justa, más atenta con la diversidad de nuestra población.
Para ello, la Universidad debe aprender y debe enseñar a utilizar las tecnologías de la información y las comunicaciones, debe promover su uso con fantásticas herramientas comunicativas como creadoras de redes de comunicación entre las personas, y que sean generadoras de sinergias. Debe hacerlo desde su propia red, contagiando sus buenas prácticas a toda la ciudadanía. La utilización inteligente de Internet en las universidades supondrá su uso inteligente en los otros ámbitos de la sociedad.
Las universidades deben ser asimismo abiertas, no tan sólo en el sentido de que se pueda estudiar en ellas a través de la red de telecomunicaciones, sino también que todas las personas, sin exclusión, se sientan pertenecientes a ella. La Universidad no debería empezar para un estudiante de 18 años en el momento de matricularse en una carrera, sino antes, quizá al finalizar la ESO.Debería poder visitarla, cursar algunos cursos, navegar por su intranet, circular por sus edificios cómodamente; en fin, conocerla.
La Universidad debería estar abierta a todas las personas que quieren saber más, que desean complementar su formación, desde los recién licenciados hasta nuestros mayores que no se encuentran en situación activa. Y pasando por los trabajadores activos, que deberían ver en ella un referente social con contenidos del conocimiento en todos los ámbitos del saber. La Universidad debería dar ejemplo de participación abierta, ser factor de socialización del conocimiento y ejemplo de democracia.
Los ciudadanos deberían percibir la Universidad como su casa durante toda su vida. Y es que como dice un lema de la Universidad de Georgia (EE UU), la educación no es una preparación para la vida, sino que es la vida misma.
Excelente post, totalmente de acuerdo.